POR LA BOCA MUERE "EL AGÜERA" Y POR "EL DESVÍO" SE PARTE IBI
Creíamos que nuestros políticos no llamaban a la Avenida Juan Carlos I “el desvío”, creíamos que habían pasado los días en los para ir al centro se solía decir: “voy a subir al pueblo”, creíamos que ya no había estúpidas diferencias entre habitantes de un bando y de otro, de una acera y de la otra, creíamos que había una arteria principal que nos unía, no que nos separaba; pero gracias al Partido Popular, y en particular al Sr. Concejal de Urbanismo, Don. Miguel Ángel Agüera (a partir de aquí “el Agüera”), este verano hemos comprobado todos los ibenses que las cosas no son como muchos creíamos.
Desde principio de Junio venimos sufriendo las obras de la Avenida Juan Carlos I en sus intersecciones con las calles el Cid-Dr. Walksman y Dr.Ferrán-Jijona, y utilizo el verbo sufrir porque, llegados a Septiembre (a falta de una semana para Fiestas Mayores) no se puede calificar de otra forma una obra pública para hacer una suerte de plaza giratoria (“redonda” a partir de aquí) que solucione el cruce de la Plaza de La Tartana (a partir de aquí “la plaza el carro”). Ya sabemos que las obras son molestas en cuanto ruidos, suciedad, etc…, ya sabemos que los árboles (y sus sombras) que han desaparecido serán transplantados; ya sabemos que esa intersección, debido a su situación estratégica y densidad de tráfico, necesitaba una solución, pero precisamente por eso, por estratégica y transitada, es del todo inaceptable que tengamos que soportar las obras y las complicaciones tres meses, más lo que se puedan demorar en acabar ¿Tardarán lo mismo que con la Plaza de la Palla? ¿O como el Teatro Río? Habría que ver la prisa que se darían si tuviésemos elecciones a la vuelta de la esquina, como recordamos todos en Mayo de 2007.
No podemos aceptar las tardanzas de las obras en un enclave tan importante, no se puede colapsar el tránsito en un punto así sin darse toda la prisa del mundo en terminar cuanto antes. Y digo “tránsito” porque me refiero tanto a peatones, como a vehículos. Los peatones se ven obligados a cruzar por pasos poco visibles (por lo tanto poco respetados) debido a la polvareda, esquivando barreras separadoras y sorteando altísimos bordillos. Lo anterior, en el mejor de los casos, porque mucho más dramática es la situación de los ancianos y personas de movilidad reducida en general, ya que estos bordillos y los huecos entre los separadores significan, directamente, una muralla insalvable para ellos. Pero, por otro lado, la circulación de vehículos no corre mejor suerte, los que vivimos en la parte ”baja” de “el pueblo”, desde la intersección con la Avda. de Azorín (la “redonda” de la iglesia de abajo o “la Cibeles” para los aficionados al fútbol) en adelante, no podemos volver a cruzar al otro lado de “el desvío” hasta la intersección con la calle Ramón Berenguer (la esquina de “los jubilaos”) ¿Sabe “el Agüera” las vueltas que esto nos lleva a dar para hacer algo tan cotidiano como acudir a trabajar, al mercado…al centro en definitiva (a partir de aquí “la calle de los bancos”) ? Cruzar “el desvío” se ha convertido, este verano, en misión imposible para los de “mi acera”. Pero si cruzar “el desvío” no suponía suficiente inconveniente, cuando por lo menos podíamos transitarlo, estos últimos días nos hemos visto afectados por los cortes de circulación en uno y otro sentido, y por fin con el corte definitivo de ambos. Dicho de otro modo, para que lo entienda “el Agüera” que ha habido días en los que, no se podía subir “parriba”, no se podía bajar ”pabajo” y ahora ya no se puede hacer ni lo uno ni lo otro (justo esta semana en la que todo el mundo anda de preparativos, de recados, de idas y venidas). Todo esto unido a las múltiples obras interminables en casi todos los barrios, la temprana colocación de nuestro querido castillo de fiestas y las normales molestias de los operarios que colocan la iluminación festera, ha sumido a Ibi en un verdadero caos circulatorio. No es justo que la ciudadanía tenga que padecer las consecuencias de una mala gestión, de una falta de presupuesto, de una inexistente previsión, en definitiva, de un imperdonable retraso.
Cuando hablo de retraso lo hago con todo el conocimiento porque fue precisamente él, “el Agüera”, el encargado de gritar a los cuatro vientos, en su intervención en Radio Ibi el pasado mes de Junio, que nadie se preocupase, que las obras de la rotonda de “el desvío” (así, textualmente, de ahí mi utilización del termino) estarían acabadas para principios de Agosto (que ya está bien dos meses para solucionar un lugar tan transitado). Así sentenció, tan convencido, en unos de esos alardes a los que ya nos tiene acostumbrados, poniéndose una medalla sin que la locutora le hubiese preguntado nada relativo a la cuestión. Pero no contento con eso, “el Agüera”, volvió a hacer referencia al asunto en la sesión plenaria del Ayuntamiento el pasado 29 de Junio (que tan lejano suena ya), yendo esta vez más lejos al decir que la obra de “el desvío” (¡¡otra vez!!) estaría acabada para principios de Agosto, si no finales de Julio; además de hacer gala de un desconocimiento total del callejero ibense al no saber decir el nombre de la calle “de arriba (decía), de… que viene de la ciudad deportiva… de… bueno la de La Tartana y la otra de arriba”. Mientras que el público del salón de plenos estaba a punto de gritarle: ¡La calle El Cid! Y, de nuevo, lo dijo sin que se le interpelase(1) al respecto de la fecha de finalización, con la mayor soberbia del que fanfarronea, del que habla por hablar, con la cara del que miente, con la chulería del que cree que para recibir aplausos puede decir lo que le dé la gana, tomando al pueblo por tonto, porque llegada la fecha nadie se acordará.
Lamentablemente, para “el Agüera” futurólogo, no es así, y somos más de uno los que nos acordamos de sus palabras desde finales de Julio, los que estamos más que hartos de su fatídica gestión, los que exigimos la máxima celeridad en la terminación de la obra de la Avenida Juan Carlos I (nosotros la llamamos así), dicho de otro modo, los que vemos que “nos plantamos en Moros y Cristianos y el desvío sigue patas arriba”, los que nos avergonzamos de representantes tan fanfarrones como él y los que volvemos a comprobar, una vez más (y ya hemos perdido la cuenta de tantas que son) que por la boca muere el pez.
Desde principio de Junio venimos sufriendo las obras de la Avenida Juan Carlos I en sus intersecciones con las calles el Cid-Dr. Walksman y Dr.Ferrán-Jijona, y utilizo el verbo sufrir porque, llegados a Septiembre (a falta de una semana para Fiestas Mayores) no se puede calificar de otra forma una obra pública para hacer una suerte de plaza giratoria (“redonda” a partir de aquí) que solucione el cruce de la Plaza de La Tartana (a partir de aquí “la plaza el carro”). Ya sabemos que las obras son molestas en cuanto ruidos, suciedad, etc…, ya sabemos que los árboles (y sus sombras) que han desaparecido serán transplantados; ya sabemos que esa intersección, debido a su situación estratégica y densidad de tráfico, necesitaba una solución, pero precisamente por eso, por estratégica y transitada, es del todo inaceptable que tengamos que soportar las obras y las complicaciones tres meses, más lo que se puedan demorar en acabar ¿Tardarán lo mismo que con la Plaza de la Palla? ¿O como el Teatro Río? Habría que ver la prisa que se darían si tuviésemos elecciones a la vuelta de la esquina, como recordamos todos en Mayo de 2007.
No podemos aceptar las tardanzas de las obras en un enclave tan importante, no se puede colapsar el tránsito en un punto así sin darse toda la prisa del mundo en terminar cuanto antes. Y digo “tránsito” porque me refiero tanto a peatones, como a vehículos. Los peatones se ven obligados a cruzar por pasos poco visibles (por lo tanto poco respetados) debido a la polvareda, esquivando barreras separadoras y sorteando altísimos bordillos. Lo anterior, en el mejor de los casos, porque mucho más dramática es la situación de los ancianos y personas de movilidad reducida en general, ya que estos bordillos y los huecos entre los separadores significan, directamente, una muralla insalvable para ellos. Pero, por otro lado, la circulación de vehículos no corre mejor suerte, los que vivimos en la parte ”baja” de “el pueblo”, desde la intersección con la Avda. de Azorín (la “redonda” de la iglesia de abajo o “la Cibeles” para los aficionados al fútbol) en adelante, no podemos volver a cruzar al otro lado de “el desvío” hasta la intersección con la calle Ramón Berenguer (la esquina de “los jubilaos”) ¿Sabe “el Agüera” las vueltas que esto nos lleva a dar para hacer algo tan cotidiano como acudir a trabajar, al mercado…al centro en definitiva (a partir de aquí “la calle de los bancos”) ? Cruzar “el desvío” se ha convertido, este verano, en misión imposible para los de “mi acera”. Pero si cruzar “el desvío” no suponía suficiente inconveniente, cuando por lo menos podíamos transitarlo, estos últimos días nos hemos visto afectados por los cortes de circulación en uno y otro sentido, y por fin con el corte definitivo de ambos. Dicho de otro modo, para que lo entienda “el Agüera” que ha habido días en los que, no se podía subir “parriba”, no se podía bajar ”pabajo” y ahora ya no se puede hacer ni lo uno ni lo otro (justo esta semana en la que todo el mundo anda de preparativos, de recados, de idas y venidas). Todo esto unido a las múltiples obras interminables en casi todos los barrios, la temprana colocación de nuestro querido castillo de fiestas y las normales molestias de los operarios que colocan la iluminación festera, ha sumido a Ibi en un verdadero caos circulatorio. No es justo que la ciudadanía tenga que padecer las consecuencias de una mala gestión, de una falta de presupuesto, de una inexistente previsión, en definitiva, de un imperdonable retraso.
Cuando hablo de retraso lo hago con todo el conocimiento porque fue precisamente él, “el Agüera”, el encargado de gritar a los cuatro vientos, en su intervención en Radio Ibi el pasado mes de Junio, que nadie se preocupase, que las obras de la rotonda de “el desvío” (así, textualmente, de ahí mi utilización del termino) estarían acabadas para principios de Agosto (que ya está bien dos meses para solucionar un lugar tan transitado). Así sentenció, tan convencido, en unos de esos alardes a los que ya nos tiene acostumbrados, poniéndose una medalla sin que la locutora le hubiese preguntado nada relativo a la cuestión. Pero no contento con eso, “el Agüera”, volvió a hacer referencia al asunto en la sesión plenaria del Ayuntamiento el pasado 29 de Junio (que tan lejano suena ya), yendo esta vez más lejos al decir que la obra de “el desvío” (¡¡otra vez!!) estaría acabada para principios de Agosto, si no finales de Julio; además de hacer gala de un desconocimiento total del callejero ibense al no saber decir el nombre de la calle “de arriba (decía), de… que viene de la ciudad deportiva… de… bueno la de La Tartana y la otra de arriba”. Mientras que el público del salón de plenos estaba a punto de gritarle: ¡La calle El Cid! Y, de nuevo, lo dijo sin que se le interpelase(1) al respecto de la fecha de finalización, con la mayor soberbia del que fanfarronea, del que habla por hablar, con la cara del que miente, con la chulería del que cree que para recibir aplausos puede decir lo que le dé la gana, tomando al pueblo por tonto, porque llegada la fecha nadie se acordará.
Lamentablemente, para “el Agüera” futurólogo, no es así, y somos más de uno los que nos acordamos de sus palabras desde finales de Julio, los que estamos más que hartos de su fatídica gestión, los que exigimos la máxima celeridad en la terminación de la obra de la Avenida Juan Carlos I (nosotros la llamamos así), dicho de otro modo, los que vemos que “nos plantamos en Moros y Cristianos y el desvío sigue patas arriba”, los que nos avergonzamos de representantes tan fanfarrones como él y los que volvemos a comprobar, una vez más (y ya hemos perdido la cuenta de tantas que son) que por la boca muere el pez.
Germán Martínez,
Juventudes Socialistas de Ibi.
1. Interpelar (para “el Agüera”): Dicho de un diputado o de un senador: En el régimen parlamentario, usar la palabra para iniciar o plantear al Gobierno, y a veces a la mesa, una discusión amplia ajena a los proyectos de ley y a las proposiciones, aunque no siempre tienda a obtener explicaciones o descargos de los ministros. (concejales en este caso)
No hay comentarios:
Publicar un comentario